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PÉRDIDA DE HUMEDAD EN LA PIEL POR EL FRÍO

3 marzo, 2016

El mayor órgano del cuerpo humano es la piel, pues cubre todo el cuerpo y cumple la función de barrera protectora aislando el organismo del medio ambiente y sus agresores. Si bien, es su composición la que permite que sea una excelente protección, es necesario que se le den ciertos cuidados para mantenerla en buen estado, sobretodo cuando las condiciones ambientales son en extremo agresivas y afectan su salud, como es lo que ocurre en la temporada invernal.

Los daños ocasionados por los cambios en la temperatura ambiental en la piel varían de una persona a otra, pues la sensibilidad de la epidermis y su composición es diferente tanto por factores genéticos como por el tipo de dieta y cuidados que se tienen.

De la misma manera, la forma en que el frío o el calor, el viento, la exposición al sol, la contaminación y el nivel de humedad ambiental afectan de distinta manera a las personas, no toda la piel de nuestro cuerpo responde igual y sufre las mismas alteraciones cuando es expuesta a distintas condiciones.

Esto se debe a que el grosor de la piel es distinto según las zonas corporales, siendo el rostro, particularmente los párpados y el contorno de los ojos, donde la piel es más delgada y por tanto más sensible, sin mencionar que es la más expuesta a los factores ambientales que puedan dañarla.

Lo que ocurre con los descensos de temperatura, especialmente cuando viene acompañada de la pérdida de humedad en el aire, es que la piel comienza a secarse y si no se trata el problema a tiempo, se presenta descamación y agrietamiento que, además de resultar molesto y doloroso, puede favorecer el desarrollo de infecciones en la piel.

Esto también ocurre cuando pasamos mucho tiempo bajo el sol y por el uso de aire acondicionado y calefacción, pues facilitan que el agua de la piel se evapore. Además de estos factores, el consumo de tabaco y alcohol favorecen la pérdida de humedad en la piel y el uso de ciertos jabones y otros productos limpiadores pueden desencadenar una alteración en los niveles de humedad de la epidermis.

Por todo lo anterior, si durante el invierno tienes que mantener encendido el calefactor durante gran parte del día, se recomienda que se complemente su uso con humidificadores, aparatos que aumentarán la cantidad de vapor de agua en el aire y evitarán tanto que tu piel se reseque como que las bacterias y virus se multipliquen y se generen enfermedades respiratorias.

El uso de humidificadores ayuda también a evitar resequedad en las fosas nasales y la garganta, irritación en la piel y en los ojos ocasionadas por el aire seco y caliente que producen los calefactores.

Por otro lado, si vas a pasar mucho tiempo en el exterior, es necesario que protejas tu piel con productos formulados especialmente para regular el nivel de humedad y que no te olvides de beber suficientes líquidos; tomar agua baja nuestra temperatura corporal, por lo que muchas personas lo evitan y sufren de deshidratación y otro tipo de problemas.

Ahora bien, elegir los productos para el cuidado de la piel no es algo que se deba tomar a la ligera, pues si se aplican las cremas o lociones equivocadas, nuestra piel puede sufrir daños que alteren a profundidad su nivel de producción de grasa, que los poros se tapen o que la piel se irrite. El primer paso para seleccionar el producto adecuado es distinguir las necesidades de la piel y el nivel de daño que ya presenta a causa del frío y la poca humedad en el ambiente.

Como sabemos, la piel está compuesta por diferentes capas que cumplen funciones específicas y es la epidermis, particularmente en la capa córnea, y la película hidrolipídica donde se llevan a cabo los procesos que regulan la humedad de la piel.

Las células de la capa córnea de la epidermis se encargan de la producción de lípidos, responsables de regular el contenido de agua y humedad de la piel, y por tanto, de determinar su elasticidad y firmeza.

La capacidad de la capa epidérmica de retener el agua en la piel depende de las sustancias que segregan las células y cuando presentan alguna alteración en su funcionamiento, el nivel de lípidos, es decir, de grasa, se verá reducido, por lo que la piel se verá más seca.

Para contrarrestar las alteraciones en la producción de lípidos se requiere de usar productos hidratantes. Éstos están formulados para aumentar el nivel de grasa en la epidermis, pero se debe tener cuidado con su uso pues, aunque la piel luzca seca y agrietada, no necesariamente son condiciones asociadas con problemas de falta de lípidos.

En caso de que el causante de la sequedad en la piel no sea la falta de grasa en la epidermis, el uso de hidratantes podría ocasionar que los poros se tapen y que se desarrolle problemas de acné y otras infecciones en la piel, por esta razón se recomienda consultar a un dermatólogo antes de usar cualquier tipo de hidratante.

Por otra parte, la película hidrolipídica se encuentra en la superficie de la piel y cumple la función de protegerla de agentes agresores que se encuentran en el ambiente. Esta película, como su nombre lo indica, es una emulsión de grasa y agua y su composición varía según las condiciones ambientales, los hábitos alimenticios, factores psicológicos y enfermedades.

El clima y la humedad ambiental son dos de los factores que producen cambios más notorios en la composición de la película hidrolipídica y para ayudarla a estabilizar el nivel de humedad en la piel se puede recurrir a productos humectantes. El uso de humectantes no es tan riesgoso como los hidratantes y básicamente lo que hacen es restablecer el nivel de agua en la piel ayudándola a retener la humedad.

Se podría decir que estos productos hacen lo mismo que los humidificadores en el aire, pero en la piel. Para elegir el producto humectante adecuado sólo se debe considerar el tipo de piel que tengamos en el área del cuerpo donde vayamos a aplicarlo y seguir las instrucciones de uso del fabricante.

Si presentas resequedad en la piel y otro tipo de problemas y con el uso de productos cosméticos no sientes ningún tipo de alivio, te recomendamos que visites a un especialista para que identifique el origen del problema y te recete un tratamiento adecuado.

Recuerda mencionar si estás utilizando calefactores u otros aparatos para elevar la temperatura de tu hogar u oficina pues muchas veces las molestias pueden reducirse si controlamos el uso de estos equipos o, como ya mencionamos, si lo complementamos con el uso de humidificadores.

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