El agua de alimentación de una caldera puede variar dependiendo del origen de esta, y de todo material que se traiga consigo. Es necesario saber discernir y gestionar este tipo de fenómeno dentro de un sistema de caldeo doméstico, comercial o industrial, y así, llevarnos un paso adelante en la eficiencia de esta clase de sistemas, para tener menos costes de mantenimiento y mejores rendimientos en los procesos, que invariablemente reflejarán buenas cifras en la operatividad de los mecanismos.
Es obvio que el agua es el elemento que más absorbe una determinada temperatura, más que otra sustancia inorgánica, llegando a expandirse a una razón de más de 1500 veces, formando presión de vapor atmosférico. El vapor almacena una gran cantidad de calor, por lo que el agua calentada a grandes temperaturas es la ideal para la generación energética en cantidades industriales.
Por otro lado, hay que estar plenamente consciente de la procedencia del agua de fuentes naturales, y la materia suspendida en la misma; en algunos casos, también se puede notar presencia de gases en el líquido para alimentación de boiler. Los minerales disueltos varían, por ejemplo, en agua de mar, se pueden hallar hasta 30g/L, mientras que, en fuentes más normales, solo van en cantidades inferiores, en razón de miligramos por litro. Es esencial que el encargado de las calderas, sepa de cuidados especiales en el empleo de agua para la producción de vapor, sabiendo que los minerales no tratados, llegan a causar severos daños en los metales de estos sistemas, al menos si no son tratados en tiempo y forma.
Es complicado controlar eso cuando estos grandes sistemas están trabajando la mayor parte del día bajo presiones y temperaturas elevadas. Pero lo que sí se puede gestionar de buena forma, es la concentración mínima de impurezas, tratando de mantenerlos en los límites permisibles dentro de una determinada estructura y física de una red de calentamiento.
Si el agua no es gestionada adecuadamente de acuerdo a los límites permitidos de minerales o gases disueltos, entonces los tratamientos físico-químicos en los líquidos de alimentación, serán preponderante en las fases previas de la operación del boiler.
La pureza del agua estará inherentemente vinculada a la cantidad de impurezas claro está, pero donde también la naturaleza del líquido es relevante a comprender. Generalmente los obstáculos que se pueden encontrar en este aspecto, es el nivel de dureza de los líquidos, y cómo estos inciden en la alimentación de la red de caldeo. Asimismo, la presencia de partículas de hierro y otros metales como la sílice, supone un gran problema, debido a su potencial para dañar sistemáticamente los metales de tanques, componentes y la misma tubería; debido a la negligencia en el trato de estas impurezas, muchas empresas se han visto obligadas a clausurar sus actividades, por paros indefinidos y la modificación o renovación total que debieron hacer para sus estructuras energéticas y de vapor.
Incluso las sales de sodio no son un tema tan crítico, como la presencia de los metales antes mencionados en la alimentación, pero no deja de ser importante la percatación de estos fenómenos en una eventualidad dentro del boiler industrial, comercial o doméstico. En ese sentido, la planeación y ejecución de tratamientos químicos es preponderante en todos aspectos.
La pureza del agua siempre irá atada al diseño particular que presente un sistema de caldeo. Parámetros como grados de transferencia de calor, presiones, temperaturas, entre otros rubros, siempre deberán tomarse en cuenta de acuerdo al esquema y estructura de las instalaciones de esta clase. El requisito de purificación de los líquidos es variable. Por ejemplo, un sistema de baja presión sería capaz de soportar distintas durezas en el agua, dependiendo una vez más, del diseño de boiler, y si este cuenta con los tubos por fuera; un sistema de alta presión encuentra problemas ante la presencia de durezas, pero no debería ser problema mayor con los mejores tratamientos en el mismo.
Deben existir tablas de valoraciones con cada sustancia presencial y sus límites permisibles en el agua de alimentación, o incluso cuando ya están imbuidas en toda la estructura de calentamiento. Generalmente, los rubros básicos serían muestras de álcali, sales, sílices, fosfatos, por mencionar algunos ejemplos.