Humidificador
La mayoría de las personas estamos familiarizadas con los problemas que representa el exceso de humedad en el hogar, factor que afecta el estado de la construcción, los muebles, ropa, libros, zapatos, en fin, cualquier tipo de objeto que esté al interior de un espacio, sin mencionar la larga lista de efectos nocivos que tiene sobre nuestra salud. La tendencia común es que se hable de la importancia de controlar el alto nivel de humedad y existe mucha información disponible respecto a este problema, así como recomendaciones para contrarrestarlo, tales como la impermeabilización de techos y paredes o el uso de deshumidificadores, sistemas de calefacción y el uso de pinturas especiales y recetas caseras para eliminar las marcas de humedad, el moho y el aroma que caracteriza al exceso de humedad en ropa y muebles.
Sin embargo, aunque el exceso de humedad efectivamente puede causar muchos daños a las construcciones, objetos y al estado de salud de las personas, tomar la decisión de eliminar por completo las fuentes que puedan generar humedad puede traer consecuencias igual de nocivas. En realidad existe poca difusión de información respecto a la importancia de un balance entre el extremo de ausencia de humedad y su presencia en exceso para crear un ambiente saludable, pero si preguntamos a un especialista, nos encontraremos con que, para garantizar el equilibrio y evitar el deterioro de construcciones, objetos y daños en la salud es necesario que haya cierto nivel de humedad en el aire.
Identificar los signos de exceso de humedad es bastante sencillo pues se nota en el estado de las paredes y techos, los que presentan manchas de agua, moho y desprendimiento de la pintura o incluso del muro mismo; los muebles y la ropa presentan un olor muy peculiar, tienen manchas blancas o negras en la superficie, sus tejidos se deterioran con facilidad, la madera se pudre y las estructuras metálicas presentan daños por corrosión. Por otra parte, las personas que se encuentran en un entorno por demás húmedo, se vuelven más propensas a desarrollar enfermedades respiratorias, resfriados, alergias y asma, y presentan irritación en la piel, sobre todo los niños y las personas de edad avanzada.
La mayoría de los problemas de humedad son ocasionados por filtraciones de agua de lluvia o por averías en el sistema de tuberías. Otros factores que desencadenan este problema es la falta de ventilación, sobre todo cuando se realizan actividades que producen vapor de agua, como es tomar duchas con agua caliente, cocinar, planchar y utilizar la secadora de ropa. Lo mismo ocurre cuando hay una notable diferencia entre la temperatura interior respecto a la exterior, pues sin una correcta ventilación, se genera la condensación fácilmente identificable cuando los cristales se empañan y se forman pequeñas gotitas de agua en las ventanas.
Identificar un bajo nivel de humedad no es tan sencillo en el estado de objetos y de la construcción, pero se puede percibir en la salud de las personas. Cuando el nivel de humedad en una vivienda ha bajado más del rango mínimo aceptable, es común que las personas presenten irritación en la mucosa de la nariz, en los ojos, sequedad en las vías respiratorias y una sensación de picazón. Esto incrementa las posibilidades de desarrollar enfermedades respiratorias, principalmente tos, y alergias.
El invierno es la temporada en la que se presentan la mayoría de los problemas relacionados con la falta de humedad, pues es muy común que, debido a los fuertes descensos de temperatura, se pongan en funcionamiento los calefactores. Un calefactor, a menos que se trate de un sistema hidrónico, genera calor que seca el aire en exceso y por tanto, la cantidad de humedad en el ambiente disminuye convirtiéndolo en un entorno ideal para la propagación de virus. Esta es la razón por la que muchas personas se enferman durante la temporada de frío a pesar de que sigan todas las precauciones recomendadas para evitar contraer enfermedades. En este sentido, si no se cuenta con un sistema de calefacción hidrónico, lo ideal es emplear un humidificador a la par del calefactor, para mantener el espacio a una temperatura agradable pero con un nivel de humedad saludable.
Como puedes ver, tanto el exceso de humedad como la falta de ella tienen sus desventajas. Por ello, para crear un entorno saludable se recomienda que el nivel de humedad se encuentre entre el 30 y 60%, valores que se pueden medir mediante el uso de un higrómetro y controlar con una buena ventilación, con calefacción, con el uso de deshumidificadores o de un humidificador. Los higrómetros son aparatos que se encargan de medir el nivel de humedad en un espacio respecto a la temperatura y se pueden adquirir en tiendas de electrónica, en ferreterías o en tiendas de artículos para construcción, y pueden ser digitales o analógicos.
En caso de que el higrómetro indique que el nivel de humedad está por debajo del límite considerado saludable, lo ideal es que emplees un humidificador para incrementar la humedad en el ambiente. Estos aparatos pueden funcionar por electrodos que generan vapor por la ebullución del agua, de evaporación, que basan su funcionamiento en un calefactor y agua destilada, o ultrasónicos, que producen nebulizaciones de agua por vibraciones de alta frecuencia. Cualquiera de los tres tipos se encarga de incrementar la cantidad de vapor de agua en el aire, humectándolo.
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