Agua caliente
El agua es un elemento fundamental para todo ser vivo y en el caso específico de los seres humanos, sin ella, realizar los procesos fisiológicos necesarios para mantenernos con vida sería simplemente imposible. Si consideramos que entre el 65 y 75 % de la constitución total del cuerpo de una persona está compuesto por agua, podemos darnos una idea más clara de cuán importante es para nuestro organismo y por qué necesitamos consumirla a diario. Si bien, una parte importante del agua que consumimos día con día está destinada a beberla, también es utilizada para otras actividades como el aseo personal, para la preparación de alimentos y para las tareas de higienización de los espacios en los que habitamos, así como para la producción de energía, en procesos industriales y para el riego, entre otros.
El agua se encuentra presente en nuestro día a día prácticamente en todo momento, desempeñando un papel importante en procesos fisiológicos, ambientales e industriales que mantienen funcionando a nuestro cuerpo, nos abastecen de alimento y hacen más sencilla nuestras vidas. A pesar de que este líquido vital interviene en innumerables procesos, es bastante común que sólo tengamos conciencia de su importancia al ingerirla para evitar deshidratarnos o bien, cuando la empleamos en tareas domésticas como lavar la ropa, trastos de cocina, en la preparación de alimentos, en la limpieza del hogar o para nuestra higiene y cuidado personal; y es justamente en estas tareas cotidianas en las que se presenta la necesidad de elevar la temperatura del agua, tanto por mayor comodidad como para facilitar las actividades.
Existen diferentes métodos para la obtención de agua caliente y la elección del uso depende del tipo de aplicación que se le dará al agua, de los servicios con los que se cuente en la región y de la preferencia del usuario. Para calentar el agua se puede recurrir desde a colocar el líquido en recipientes y exponerlos directamente a los rayos del sol para que la temperatura se eleve por la energía térmica de la radiación solar, hasta a calentadores eléctricos o de gas que permiten disponer de agua caliente prácticamente al instante y de manera ilimitada. El uso de leña y de estufas de gas también es bastante común, sobretodo para elevar la temperatura del agua que se emplea durante la cocción de los alimentos.
De todos los anteriores, en las casas habitación de las ciudades el método más utilizado es el calentador de agua o boiler, que puede usar como fuente de energía gas, electricidad o la radiación solar. Por otro lado, para aplicaciones industriales lo más común es que se empleen calderas con la capacidad suficiente para calentar un gran volumen de agua en poco tiempo. Las calderas son contenedores de metal equipados con barras que se calientan por resistencias eléctricas, gas, madera, combustibles fósiles o por fisión nuclear, por las que fluye el agua en un ciclo llegando a alcanzar muy altas temperaturas.
Actualmente existe una gran variedad de calentadores de agua e independientemente del tipo de energía que empleen para funcionar, se distinguen entre sí por su diseño y la manera en que suministran el agua, es decir, por su modo de funcionamiento. Encontramos de esta manera los calentadores de acumulación que tienen la particularidad de contar con un depósito para el agua en la que se acumula el líquido a una temperatura constante. Los calentadores de este tipo tienen una capacidad variable según su tamaño y de esta característica depende cuántos litros de agua puedan suministrar. También conocidos como termos, los de acumulación son calentadores que ocupan bastante espacio que regulan la temperatura del agua por medio de un termostato y una vez que se ha consumido el agua del depósito, es necesario dejar transcurrir un lapso de tiempo antes de poder disponer nuevamente de agua caliente.
Hay otro tipo de calentadores de agua, mucho más populares hoy en día: los de paso. Éstos se ponen en funcionamiento cuando detectan la circulación de agua gracias a un sensor de flujo que controla su encendido. El uso de un calentador de este tipo supone grandes ventajas y la principal es que la disponibilidad de agua no está limitada por la capacidad de ningún depósito, gracias a que el agua se caliente al circular por el sistema y es precisamente por esta característica que ocupan menos espacio que los calentadores por acumulación. Los modelos más modernos cuentan con un termostato digital para regular la temperatura del agua.
Finalmente, existen los calentadores solares, equipos que aprovechan la energía térmica del sol por lo que son la alternativa más amigable con el ambiente para obtener agua caliente. Hay diferentes tipos de calentadores solares y a grandes rasgos se pueden distinguir los sistemas pasivos, que requieren de una bomba para hacer circular el agua, y los activos, que no requieren de ninguna fuente de energía externa para que el agua fluya hacia la red de abastecimiento. La ventaja principal de utilizar un calentador de este tipo es el bajo impacto ambiental que representa su uso, pero también ofrece un gran ahorro económico en gastos mensuales de gas o en el pago de consumo eléctrico.
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