Los deterioros de la adicción crónica van mucho más allá de la estética o forma física de una persona, son daños que significativamente, van más profundo de lo que uno se pudiera imaginar. Por ello siquiera antes de pensar en una terapia en alberca o de otro tipo, es esencial que la capacidad motriz y percepción corporal de los sujetos, se tengan que volver a reeducar después de pasar por un mundo de drogodependencia.
Percibir el cuerpo y el entorno que lo rodea, es el inicio para una rehabilitación exitosa, donde la imagen positiva está inherentemente asociada a la mejoría del estado físico y psicosocial de estas personas. Las desagradables consecuencias psicomotrices por el consumo de drogas y demás estupefacientes, llegan a degradar la percepción corporal pero además, puede generar hipertensiones musculares.
Para mejorar la percepción corporal, se deben entender ciertos fundamentos, como un conocimiento pleno del cuerpo, estando consciente de todas sus partes y funcionamiento, que a su vez, este logre conectar con el medio ambiente y todo lo que rodea. Es por ello, que el movimiento de articulaciones, tonicidad muscular, velocidad de movimiento, sensibilidad, impulsos propioceptivos, respuestas musculares dinámicas, armonía física, capacidad motora, estabilidad articular, así como seguridad y confianza, son características que se deben trabajar a consciencia.
Ya una vez delimitado el programa de ejercicios y la reeducación motriz del drogodependiente con respecto al medio acuático, entonces ahora se procedería a tonificar el cuerpo en piscina.
Metodología del medio acuático para usuarios drogodependientes y su rehabilitación en piscina
Para que las actividades sean prácticas, placenteras y sobretodo, efectivas, hay que enfocarse en las características del agua de la alberca. Antes de que los individuos se metan a la pileta, deberán realizar estiramientos para entrar en calor. Una condición importante es la temperatura, buscar que esta sea lo más equilibrada posible, tratando de que los pacientes no perciban frialdad alguna, que limiten los movimientos necesarios a ejecutar para su adecuada rehabilitación.
En ese sentido, es fundamental que se haga una planeación y ejecución de ejercicios dinámicos en la misma alberca, para que la inercia secuencial de actividades nunca se pierda, y los ejercicios sean efectivos y sin pérdida de interés por parte del paciente.
Asimismo, es importante que el agua de piscina no llegue a cubrir los hombros de las personas, por ello es necesario checar la profundidad. Basta que el agua llegue al pecho, pero no más de los hombros.
Por otro lado, el especialista o entrenador, debe apoyarse de otras ayudas, tanto visuales y demostrativas, para poder explicar y darse a entender perfectamente con los pacientes drogodependientes. Es normal que en albercas exista una mala audición por las condiciones acústicas; es necesario poseer paciencia y tener una interacción clara con estas personas.
Por lo regular, se recomienda que las sesiones para rehabilitación de pacientes drogodependientes, sea por lo menos dos veces a la semana, cuya sesión dure entre media hora y 45 minutos, dependiendo de las necesidades y requerimientos de cada grupo de personas; a lo mejor al principio tendrán que ser sesiones ligeras, para que se vayan acostumbrando perfectamente al medio acuático. Hay que procurar que las terapias de ejercicios sean completas y continuas, con algún periodo de descanso cuando sean sesiones largas. La variedad de ejercicios, así como sus repeticiones, tendrán que ser asignadas para cada grupo de pacientes, incluso, cabe la posibilidad de que con algunos, se deba trabajar en solitario, al menos por el momento que se deba.
Es esencial utilizar cualquier material para ejercicios acuáticos que se nos permita. Estos ayudarán a mejorar las sesiones en todos sentidos, desde la practicidad, efectividad y recreación. Los objetos que podemos emplear son: tablas, tubos de hule espuma, pelotas, colchonetas, mancuernas de espuma para natación, entre otras opciones.