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Qué es la termoterapia

23 mayo, 2016

Para el tratamiento y rehabilitación de lesiones y enfermedades que afectan el estado de músculos, articulaciones, tendones, ligamentos y huesos se aplican diferentes técnicas de fisioterapia que tienen la finalidad de mejorar el estado físico del paciente, ayudándolo a recuperar, incrementar y conservar sus capacidades funcionales y movilidad.

Según la naturaleza del padecimiento, el especialista en fisioterapia establece qué tipo de técnicas resultan más convenientes para ayudar al paciente a recuperarse en el menor tiempo posible y alcanzar los objetivos de rehabilitación trazados, pero una de las más utilizadas, gracias a sus múltiples beneficios, es la termoterapia.

La termoterapia consiste en la aplicación de diferentes grados de calor sobre el organismo mediante el uso de agentes térmicos, es decir, materiales que tienen una temperatura mayor a los límites fisiológicos para que, a partir de los efectos que provoca, se pueda mejorar el estado de una enfermedad o lesión que afecta al sistema musculoesquelético.

Su uso es bastante amplio y ello se debe no únicamente a que ofrece resultados efectivos, sino también a que es una de las técnicas terapéuticas de menor costo. Según el nivel de penetración de calor al cuerpo puede clasificarse como superficial o profunda y para lograr la transferencia de calor de los agentes térmicos al cuerpo se emplean diferentes mecanismos.

El mecanismo de transferencia de calor que emplea más comúnmente la termoterapia es la conducción, que consiste en el intercambio de calor entre dos superficies en contacto. Además puede emplear la convección, que es la transferencia entre un líquido o gas, y la radiación, que transporta el calor por el vacío.

Cabe mencionar que el mecanismo de transferencia depende de los agentes térmicos utilizados y los más comunes son: las envolturas calientes, como toallas calientes; los termóforos, como bolsas de agua caliente; las bolsas químicas, que se calientan a una temperatura máxima de 54°C; la arena caliente; las almohadillas eléctricas; las compresas húmedas calientes; la parafina; el parafango; el fango; la hidroterapia caliente; el aire seco y húmedo, en baños de vapor y sauna; la radiación infrarroja.

Por su bajo costo y fácil aplicación las envolturas calientes son las más utilizadas y se puede hacer de manera casera. Para ello se pueden utilizar toallas o mantas que se calientan con ayuda de una plancha o incluso se puede hacer en el microondas para tener un buen control sobre la temperatura deseada, también se pueden utilizar mantas térmicas para elevar la temperatura en un punto específico o bien, en todo el cuerpo.

El uso de este tipo de agente de calor supone un riesgo bajo si se controla la temperatura y resulta adecuado para tratar padecimientos reumáticos y otras patologías que afectan principalmente a las articulaciones ocasionando dolores crónicos.

Por otra parte, los tratamientos con parafina o cera sí requieren de la supervisión estricta de un especialista y consiste en introducir la parte del cuerpo afectada en un recipiente con parafina a una temperatura entre 45 y 55°C.

Esto tiene la finalidad de formar varias capas de cera caliente sobre la piel para posteriormente cubrirla con un material aislante para evitar la pérdida de calor y transcurrido el tiempo indicado por el fisioterapeuta se retira la cera. Este método se aplica para tratar padecimientos dolorosos locales, como procesos artríticos y reumatológicos en los miembros superiores e inferiores.

El uso de fangos y parafangos también resulta útil para tratar padecimientos reumáticos y artríticos y procesos inflamatorios. Consisten en elevar la temperatura del área afectada con fango o una mezcla de fango con parafina fundida a una temperatura entre los 55 y los 75°C, lo más común es que se aplique sobre en la espalda, hombros y cuello.

El uso de fangos y parafangos como tratamiento debe estar a cargo de un fisioterapeuta, quien controle la temperatura del material para no lastimar al paciente y lo aplique durante el tiempo adecuado.

Otro de los agentes térmicos más utilizados es el vapor seco y el vapor caliente y consiste en someter al paciente a temperaturas elevadas dentro de salas diseñadas especialmente para elevar la temperatura del cuerpo mediante la transferencia de calor por el vapor.

Cuando se decide aplicar este tipo de terapia el paciente tiene que tomar un baño de vapor en una sauna con una temperatura entre los 60 y los 80°C. Dependiendo de la naturaleza del padecimiento, el fisioterapeuta determina la frecuencia y duración del baño de vapor y el control de la temperatura se logra ubicando al paciente en diferentes niveles dentro de la sala de vapor.

Cabe mencionar que existen diferentes tipos de saunas, por lo que se puede trabajar con vapor seco, en el caso de que se trate de una sala que funciona por leña, o con vapor húmedo, si para elevar la temperatura al interior se recurre a verter agua fría sobre piedras calentadas con una estufa eléctrica o de combustión.

Finalmente, el uso de infrarrojos también es bastante común ya que resulta eficaz no únicamente para el tratamiento de patologías reumáticas crónicas y contracturas musculares, sino que también permite preparar al paciente para la aplicación de otras técnicas terapéuticas como la electroterapia, ejercicios físicos, la aplicación de luz ultravioleta o masajes.

Los infrarrojos se aplican con un equipo especial y el fisioterapeuta se encarga, como en todos los casos anteriores, de establecer la frecuencia y duración de las terapias basadas en este agente térmico.

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