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La acuaterapia para calmar los síntomas del párkinson (Segunda Parte)

29 noviembre, 2016

Precauciones generales para tratar al paciente en ejercicios de piscina.

En el artículo anterior “La acuaterapia para calmar los síntomas del párkinson (Primera Parte) hablamos de lo que significa que una persona padezca el síndrome de párkinson, cuyos síntomas resultan un verdadero desafío para los especialistas médicos y generan una deficiente calidad de vida en sus pacientes.

Por otro lado, vimos que los ejercicios en piscina sin duda son un excelente complemento para tratar dicha enfermedad, ya que los beneficios que posee son muchos, como el desarrollo de movimientos que por lo regular les resultarían muy difíciles de realizar en tierra firme, además de que incluyen de manera positiva a estas personas a la sociedad en general, ya que la natación es una actividad recreativa por naturaleza para los seres vivos.

Aun así, es importante considerar todos esos factores que podrían representar un peligro o un riesgo para la gente que padece el párkinson en ejercicios de alberca. Como las cuestiones de temperaturas, condiciones del agua, los tiempos, el cansancio y otros más.

Cuidados generales.- Es preponderante que el paciente cuente con el consentimiento total de su médico en turno, para la realización de terapia acuática. Es necesario que el especialista otorgue una serie de medidas y consejos para el paciente del párkinson; se supone que la mayor parte de los programas de rehabilitación deben tener una autorización médica.

Temperatura en el agua de piscina.- Lo más recomendable para esta clase de terapias en agua, es que se cuente con una alberca propia en la comodidad del hogar, esto para mantener siempre la temperatura ideal necesaria, que por lo regular es desde los 32 grados Celsius hasta los 36 grados Celsius, al menos eso se recomienda para áreas destinadas a terapia únicamente.

Sabemos que eso puede ser complicado para algunas personas, por lo que recomendamos es que si se va a recurrir a un área específica de piscinas, como pueden ser los deportivos o clínicas específicas, entonces se tendrá que cuidar mucho esa parte; está claro que no es lo mismo una zona de agua para la práctica profesional o recreativa que un área para el tratamiento específico del párkinson y otras enfermedades.

Es obvio que los escalofríos en el paciente no es un buen indicio, lo que tiene como significado que el agua está fría para la persona en específico; si se piensa conseguir una piscina propia, entonces hay que planear su instalación y asimismo considerar la contratación de algún terapeuta o entrenador personal.

Consideraciones sobre la piel.- Para mantener la piel en buen estado, es trascendental el tomarse un baño de cuerpo completo después de la sesión de ejercicios terapéuticos en el agua, esto ayudará a eliminar cualquier rastro de cloro que pudiera perjudicar la dermis. Igualmente en caso de tener una herida o raspón, es necesario que se utilice una especie de parche o vendaje que sea a prueba de agua y que proteja adecuadamente la piel cuando se esté en la alberca, una infección es inadmisible para este tipo de paciente.

Inestabilidad postural.- Es esencial poner atención al entorno del área acuática, y más cuando se trata de una persona con párkinson, ya que los vuelcos en el agua serán muy frecuentes si no cuenta con la iniciación o preparación adecuada para desenvolverse en tal medio acuático. Por ello se recomienda en un principio, el uso de protección o flotadores.

Para planear o realizar un correcto programa de terapia, el paciente de EP se tiene que someter a una prueba en el suelo mismo, con serie de caminatas y ejercicios que demuestren que no habrá un problema futuro. Posteriormente vienen las pruebas ya en el agua, cuyo nivel deberá llegar a la altura del pecho del paciente.

Después el terapeuta o especialista tendrá que hacer caminar al individuo hacia delante, atrás y costados, haciendo varias repeticiones, ese es el primer ejercicio. El segundo ejercicio es sumergir la cabeza en la alberca y realizar burbujas desde ahí mismo. El tercer y cuarto ejercicio consistirá en el flotamiento sobre espalda y de cara, respectivamente, poniéndose de pie de manera alternada.

Una vez que no se presente algún tipo de inconveniente, entonces viene la ejecución del programa acuático, de acuerdo a las recomendaciones médicas y del mismo instructor en turno.

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